Camino a la auto aceptación: saltar, soltar, validarse
La voz que busca anular el salto al vacío / Taller de storytelling para mujeres / Música abre caminos
Llevo algunos meses de saltos definitivos hacia mi soberanía. Recibo mensajes y los actualizo, caen los veintes sobre qué hacer y me pongo, bien obediente, a completar tareas… Lo que sea, aunque incomode, con tal de honrar mi compromiso conmigo. Serme fiel, hacerme justicia, encarnar los atributos de mi signo solar: que todo suene y se sienta muy Libra de mi parte.
Hasta hace poco, cansada de las medias tintas –sabiendo que la vida está siempre aquí, como un hermoso tapete persa que en ocasiones me he saltado– comprendí que mi única opción era atreverme en serio: a SER, atravesar el miedo y poner verdaderos límites, aceptar la invitación a moverme en un espacio integrado por mí misma, implementar nuevos hábitos y mantenerlos, alzar mi voz, mover más el cuerpo.
A dejarme, en pocas palabras, de mamadas.
El pasado fin de semana tuve un encuentro rudísimo (proporcionalmente bello) con el tema de la auto validación y con una voz bastante agresiva que nació del hecho de seguir mi intuición sin cuestionarla. Se amplificó y me dejó verla tal cual es, apenas di el primer gran salto de fe a mis bondades.
Suena a sufrir, pero termina chido. Lo prometo.
20.10.24
Siento esta vieja y conocida necesidad de saltar al vacío: de aventarme sin pensarlo mucho más. La dejo llegar y me pregunto si algún día dejaré de reprimirla. Sin embargo, pareciera que en esta ocasión se acomoda distinta y, de un momento a otro, –aunque creo conocerla– se convierte en algo más. La respiro profundo para ver si tiene algo que decirme –alguna pista que darme– y es justo cuando exhalo que caigo en cuenta de mi realidad: me he lanzado ya, por fin. He dado el salto luego de tantos años de haberme mantenido tras ese margen, de haber estado guardada en la comodidad de las historias que me cuento.
Me he atrevido a ser yo.
Pronto, mi corazón alcanza ritmos desorbitados. Mis sienes pulsan con latido propio: del centro hacia los lados dos baquetas retumban con fuerza y debilitan, en cada golpe, la pared interior de mi cerebro.
E X P A N D O
(grito):
¡Me he lanzado, mamá! Estaba lista para caer así de libre.
Soy el gerundio prohibido de mi propia narrativa, actualizándose: voy rasgando, rompiendo, dándole cuerpo a la parte de mí que creía en el cuestión de tiempo, en combinación perfecta con el bajar la guardia.
S
U
E
L
T
O
(confío).
Pero, un minuto por favor. ¿Es este un salto bueno?, ¿un salto válido?, ¿un salto visto? ¿Existe este salto, acaso, si nadie más lo advierte? ¿Cómo es percibido mi salto? Podría, por favor, querido público, amable jurado, saltar de nuevo? Ah, es que salté mal. ¿Debería, entonces, no haber saltado?
Una nueva voz emerge. Una bruma surge al haberme quedado expuesta.
La voz verdugo aparece en un nuevo escenario: adaptada, más fuerte, para cagarse directamente en mi valentía y cuestionar, de maneras quizás no tan novedosas, pero sí mucho más agresivas y contundentes, mi decisión de mudarme al reino de la gente que se atreve.
Sounds familiar?
La ansiedad hace acto de presencia, es palpable: es un cuerpo dentro de mi cuerpo. Experimento con mayor intensidad y de manera inusual, este dolor de cabeza –este síntoma inédito en mi historial humano–. Solo que ahora, en lugar de expandir como cuando iba cayendo, el golpeteo de las baquetas ensordece. El pensamiento en bucle se forma y entiendo, desde este patrón caduco, que debo salir de aquí.
¿Lo hice por llamar la atención o porque era momento de hacerlo? En principio se sentía tan bien, tan importante, tan necesario, que me aventé. Pero ahora solo pienso en lo incómodo de este silencio. En mi necesidad de validar a través de los ojos y las bocas y los cuerpos externos, mi proeza. Me urjo a un espacio donde florezca la crítica. Le suplico a dios por que sea buena. Y antes de seguir clavándome en este lugar infértil:
OB
S E R
VO.
Me pongo en contacto con el aire que respiro. Siempre que falla la conexión, respiro. Se paran mis antenitas de alce, el viaje al interior se enciende: estoy mucho más a flor de piel de lo que imaginaba.
Soy una niña. La niña de 11 años que pasó en segundo lugar a la final del concurso nacional de oratoria en 5to de primaria. La nota roja del jurado dice: excelente ejecución, pero falló en su arreglo personal. No fue perfecto. Esa mañana yo había hecho mis pininos con la cola de caballo. En un intento por sentir que todo lo podía, agarré cepillo, liga, una plasta de gel y me peiné como pude. Luego declamé como una leona. Pero el jurado dice que no soy perfecta y me ha dado la clave para lograrlo. El día de la final Aurora me restira con ímpetu. Al poco tiempo de estar bien peinada empieza a dolerme la cabeza. Me aguanto porque me han dicho que bajo esa tensión reside mi victoria. Declamo mejor que ayer. Me expreso con la fuerza de cien leonas. En esta revancha llamada final, arraso en el puntaje y me llevo, de manera indiscutible, el primer premio. Lo recibo entre lo que parece ser un mundo de aplausos. Me estallan las sienes. Por dentro, por debajo de mis poros capilares, el golpeteo de dos baquetas me ensordece.
L
L
O
R
O
(comprendo)
L I B E R O.
Vuelvo a este espacio e identifico dos cosas (no sé si años atrás podría haber hecho esta distinción) que me salvan del drama:
TOMAR LO QUE DUELA COMO UNA OPORTUNIDAD: Mi dolor de cabeza ahora mismo (no así de niña) es un regalo, porque me muestra donde se gesta todo y con ello, la posibilidad de darle salida. Soy yo accediendo a una memoria; es mi INTUICIÓN y el saber qué hacer, abriéndose.
NADA ES LO QUE PARECE o LOOK CLOSER: Al reconocerme en esta necesidad de querer escapar, reconozco también que, en realidad, mi patrón de huída ha caducado: es la ilusión de un espacio que acabo de abandonar lo que me incomoda. Una sensación fantasma que debo observar y, de hecho, sentir cuantas veces sea necesario, para actualizarla.
Atreverse a SER es un acto tan potente, el acto más puro y directo hacia la auto aceptación y el orden de las cosas, que potencia de igual manera –REFINA invariablemente– las estrategias de la sombra. La voz provocadora que esta emite es más inteligente, más hábil y sabe punzar en los lugares correctos para hacernos presxs del drama, para sembrar la duda y no dejarnos descansar. Esa voz dice: regrésate, aquí no es seguro, enciérrate de nuevo, vuelve a la huella de lo conocido, cancela, quémalo todo.
A
C
T
U
A
L
I
Z
O
INTEGRO (esta voz también habita en mí, es mi compañera).
Gracias, pero ahorita no, gracias.
Permito haberme asustado en retrospectiva. Caigo en cuenta de que puedo sentirme agredida, pero también comprendo que esa sensación no permanece, porque mi forma de enfrentarla ha cambiado.
Recibir, sentir, vaciar.
Soy suave y generosa con este miedo a ser juzgada y comprendo que, al no juzgarme yo, se diluye la ilusión del juicio externo.
Surge, de nuevo, la voz que me invita en una constante, desde hace tiempo y en primer lugar, a atreverme. La voz luminosa que se enciende de otro fuego: no el que arrasa, sino el que arde y se hace uno con el aire. El que transforma las viejas creencias y enciende otra vez la verdadera voz, la del amor y la absoluta confianza.
Aquí y ahora, existo. Reconozco todo el esfuerzo que he hecho para llegar hasta este punto. Qué bien se siente habitar esta piel.
V
A
L
I
D
O
conecto (más alla de lo perfecto)
y agradezco
MI EXPERIENCIA HUMANA.
Taller de Storytelling en Los Cabos
Hace unas semanas, con el propósito de seguir explorando mi literatura, empecé un taller de storytelling con mi amiga María José. Ha sido un verdadero viaje al alma. He podido rescatar historias de mi linaje y explorar las emociones subyacentes para crear mi propia magia, guiada por mi brújula interna. Este taller es un espacio de profundo autoconocimiento y creatividad ilimitada. Hay opción de tomarlo en línea o presencial, en San José del Cabo y estás a tiempo perfecto de unirte. Nos vemos todos los miércoles en el Centro Comunitario del hotel El Ganzo.
Más información en: @habitarme_me
Remover obstáculos
Cada que siento los caminos cerrarse, invoco a Ganesha. Este mantra es, desde mi perspectiva, uno de los más hermosos y efectivos. Ganeshita, removedor de dificultades y señor de la abundancia, siempre me acompaña.
Esta versión es un viaje hacia el saber que todo está bien.
De mi gran madre que soy yo misma,
a tu gran madre que eres tú mismx,
te abrazo.
Hermoso, Anita. Me sentí cayendo todo el rato con este escrito y recordé esta frase:
“The bad news is you’re falling through the air, nothing to hang on to, no parachute. The good news is, there’s no ground.” ”
― Chögyam Trungpa